Al ver «Traces of Beauty», todo mi ser empezó a resonar con un rotundo SÍ. Sí al amor, sí a la belleza, sí al arte, a la música y a la celebración de este hermoso mundo en el que vivimos.
Ver las noticias y las grandes historias que dominan puede ser desesperante. Es fácil olvidar que en este mundo también hay un tapiz tejido de pequeñas historias, las historias entre amigos, amantes y desconocidos. Los pequeños momentos de belleza y conexión que ocurren todo el tiempo bajo el radar, las historias que, cuando se muestran, nos recuerdan cuánta belleza existe también en el mundo. Creo sinceramente que hay una profunda curación en la creatividad y la reverencia por la vida que captó «Rastros de belleza». Lo sentí en mi corazón cuando lo vi. Lo sentí como un antídoto contra la destrucción y la torpeza. Una rebelión del niño interior. Una defensa de la vida y de la maravilla y la alegría que podemos crear cuando decimos sí.